Un asesino sin rostro.
Como escribía recientemente,
aún sigo de vacaciones en mi pueblo,
en las montañas de Líbano, Bhamdoun.
Entre nuestros numerosos viñedos e higueras,
aún encontramos bombas de racimo alrededor,
lanzadas por el ejército israelí.
Súbitamente me llegaron algunas ideas:
- buscaré la ayuda de un experto
y recogeré 3 o 4 de esas bombas de racimo.
- las guardaré muy bien y después las contrabandearé a Israel.
¿No sería lo justo?
Creo que no, así que dejaré una nota que diga:
"por favor devuelvan esas bombas a los pilotos
que las arrojaron en nuestros viñedos.”
Raja Chemayel
21.09.11
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